Como ya sabemos, el ejercicio físico es en general efectivo para atenuar el deterioro físico asociado a la edad. Sin embargo, todavía existen ciertas poblaciones que tienen dificultades para participar en programas de ejercicio, como son las personas mayores que viven en residencias—las cuales se caracterizan a menudo por presentar dependencia funcional, multimorbilidad y por estar polimedicados. El equipo de Fissac ha publicado recientemente un meta-análisis de redes en la revista The Lancet Healthy Longevity que muestra de forma contundente los beneficios que pueden aportar los programas de ejercicio en la funcionalidad de estas personas. Tras analizar un total de 147 ensayos clínicos aleatorizados (más de 11.000 participantes), se observa cómo las intervenciones de ejercicio (especialmente cuando se realizan en torno a 3 horas semanales) son efectivas para mejorar la función física de las personas en residencias, independientemente de factores como su estado cognitivo o funcional. De hecho, las mayores mejoras se encontraron en los mayores con fragilidad o deterioro cognitivo. Es importante reseñar que se encontraron mejoras en prácticamente todas las variables de función física analizadas, incluidos diferentes tests de fuerza, equilibrio, rendimiento físico, flexibilidad o independencia funcional. Por lo tanto, la evidencia es clara: se deben implementar programas de ejercicio de forma rutinaria para todos los mayores en residencias.
