El tradicionalmente denominado ejercicio ‘aeróbico’ es uno de los más populares, siendo posiblemente el más prescrito para la mejora del estado cardiovascular. De hecho, el ejercicio aeróbico ha mostrado reducir la incidencia de numerosos factores de riesgo como la obesidad, la hipertensión, la diabetes tipo 2 o la hiperlipidemia, aunque existe poca información en torno a si estos beneficios se maximizan al incrementar la intensidad del ejercicio.
Para estudiar los beneficios del ejercicio, uno de los marcadores que se pueden medir son las miocinas (también llamadas mioquinas). Las miocinas son una serie moléculas producidas por los músculos al contraerse, y que ejercen diversos beneficios en otros tejidos y sistemas. Así, estudiar la producción de miocinas ante ejercicios de distinta intensidad podría permitir determinar qué tipo de estímulo podría provocar los mayores beneficios. Bajo esta premisa, el miembro de Fissac Pedro L. Valenzuela ha publicado recientemente en la revista Frontiers in Physiology un estudio (He et al., 2019) en el que se evaluó la respuesta de distintas miocinas ante dos intensidades de ejercicio aeróbico. En concreto, 14 sujetos realizaron 45 minutos de ejercicio a la intensidad Fatmax (la intensidad a la que se produce la mayor oxidación de grasas, situado en torno al 52% del consumo máximo de oxígeno) o a la intensidad del umbral anaeróbico (la máxima intensidad que se puede mantener de forma estable con contribución prioritaria del metabolismo oxidativo, situado en torno al 85% del consumo máximo de oxígeno), y se midió la concentración de distintas miocinas antes del ejercicio y en varios momentos en las horas posteriores.
Los resultados mostraron que realizar ejercicio a una mayor intensidad (es decir, al umbral en vez de al Fatmax) supuso un mayor gasto energético total. Además, se observaron mayores niveles de miocinas como FGF-21 (la cual se asocia a beneficios cardiometabólicos mediante la regulación de la homeostasis de la glucosa y el aumento de la termogénesis y la lipólisis) y folistatina (la cual favorece el crecimiento muscular, y podría mejorar también la homeostasis de la glucosa y la lipolisis). Por otro lado, una mayor intensidad de ejercicio tendió a disminuir en mayor medida los niveles de resistina, una molécula producida por el tejido adiposo (denominada adipocina o adipoquina) y que se asocia a obesidad y a resistencia insulínica.
En resumen, estos resultados confirman que, si bien el ejercicio aeróbico es en general beneficioso, aumentar la intensidad puede aportarnos mayores beneficios a nivel cardiometabólico y muscular. Es importante mencionar que la concentración de algunas de las miocinas analizadas no aumentó al incrementar la intensidad de ejercicio, por lo que futuros estudios deberán determinar si es necesario modificar otras variables (e.g., aumentar el volumen de entrenamiento, entrenar fuerza en vez de resistencia, o aumentar aún más la intensidad) para maximizar los beneficios obtenidos.
REFERENCIA
- He Z, Tian Y, Valenzuela PL, et al. Myokine/Adipokine Response to “Aerobic” Exercise: Is It Just a Matter of Exercise Load? Frontiers in Physiology. 10: 691. doi: 10.3389/fphys.2019.00691