Vivir en una gran ciudad tiene innumerables ventajas, pero a su vez puede resultar estresante. El tráfico y los atascos, el ruido o la contaminación pueden hacer que el simple hecho de desplazarnos se convierta casi en una odisea. Por eso, desde las diferentes instituciones gubernamentales se está trabajando cada vez más en la regeneración urbana con la creación de nuevos carriles bici o la ampliación de las aceras para favorecer el tránsito peatonal. Disminuir el uso de los vehículos a motor y promocionar el desplazamiento activo – es decir, ir en bici o caminando – puede resultar una sencilla estrategia para incrementar el nivel de actividad física y, por ende, reducir las consecuencias negativas asociadas a las conductas inactivas que implican ir en coche, motocicleta o autobús.
El transporte activo previene de las principales enfermedades crónicas
Y es que desplazarse en bici nos ahorrará los largos ratos de espera para coger el autobús o los incómodos atascos cuando vamos en coche, reduciremos la contaminación y, además, la evidencia científica se ha mostrado rotunda en cuanto a los beneficios que el desplazamiento activo proporciona para la salud. Así, un estudio publicado en el British Medical Journal con más de 260.000 participantes y un seguimiento de 5 años afirmó que ir a trabajar en bicicleta se relacionó con un 41% menos riesgo de muerte que cuando el desplazamiento era en coche o en transporte público (1). En concreto, ir en bici hasta el trabajo supuso un 52% y un 40% menos riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular y por cáncer, respectivamente. Además, el riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular o un cáncer fue un 46% y un 45% menor, respectivamente, entre los que se desplazaron en bici en comparación con los que lo hicieron en coche o transporte público (1). E incluso aquellos que iban en bici al trabajo pero durante el resto del día eran inactivos tuvieron un 24% menos riesgo de muerte en general, un 36% menos de morir de cáncer y un 32% menos de desarrollar esta enfermedad con respecto a los que se desplazaban en vehículo de motor y eran inactivos. Más allá de los asombrosos resultados, una de las fortalezas del estudio es que fue realizado en población del Reino Unido, entre la cual no está arraigada la idea de ir al trabajo en bicicleta, a diferencia de lo que pasa en los países nórdicos o China, en los que la cultura y las infraestructuras facilitan este hecho (1).
En el mismo contexto, un estudio realizado a gran escala que contó con más de 43 millones de participantes también del Reino Unido y en el que participaron como autores los hermanos Brownlee, ambos medallistas olímpicos en triatlón, asoció ir al trabajo en bicicleta o andando con una menor probabilidad de sufrir un ataque al corazón (2). Además, el menor riesgo de infarto entre los que cogían la bici o iban andando al trabajo se mantuvo con independencia de otrosfactores de riesgo como la obesidad, el nivel de actividad física, fumar y la diabetes. Sin embargo, a pesar de los efectos tremendamente positivos que parecen inferirse del desplazamiento activo entre la población británica, apenas el 11% de los 43 millones de sujetos que participaron en el estudio afirmó moverse en bici o andando para ir al trabajo (2).
Un reciente estudio publicado en Lancet ha ido más allá y ha analizado la salud de cerca de 400.000 personas durante 25 años (3). Los investigadores pertenecientes al Imperial College of London observaron que ir en bici al trabajo redujo un 20% la tasa de mortalidad prematura global, un 24% y un 16%, respectivamente, la asociada a enfermedades cardiovasculares y al cáncer, y un 11% la incidencia de cáncer en comparación con los que se desplazaban en coche. Y aunque ir andando al trabajo no produjo un impacto tan positivo sobre la salud de las personas, un importante hallazgo del estudio fue que los que se desplazaron en transporte público – y por tanto tenían que caminar hasta las estaciones – vieron reducida en un 10% la tasa de muerte prematura global y un 20% la relacionada con las enfermedades cardiovasculares, además de un 12% la incidencia de cáncer (3).
Beneficios para la salud mental
Y evidentemente cabe esperar que las situaciones de estrés que nos ahorraríamos al perder de vista los atascos, los ruidos o las esperas, redundaría en una mejor salud mental. Así lo confirma un reciente estudio liderado por investigadores del Instituto de Salud Global de Barcelona, que reveló que las personas que fueron en bici al trabajo o a su lugar de estudio al menos una vez a la semana tuvieron un 20% menos riesgo de sufrir estrés que las que utilizaron un medio de transporte convencional (4). Además, el riesgo de estrés fue menor en aquellos que se desplazaron en bici 4 o más días a la semana en comparación con los que lo hicieron menos de 4 veces. Otro interesante resultado del estudio fue que el riesgo de estrés fue menor en tanto en cuanto el entorno facilitaba el desplazamiento activo (ej., existencia de parkings para bicicletas cercanos y de carriles bici hasta los lugares de destino).
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Conclusiones
Por lo tanto, la promoción del desplazamiento activo (ej., construcción de carriles bici, ampliación de aceras o peatonalización de algunas calles) debe ser un objetivo prioritario para todo gobierno con el fin de disminuir el nivel de sedentarismo y, con ello, mejorar la salud física y mental entre la población, además de reducir el número de vehículos motorizados en circulación y lograr ciudades más saludables y sostenibles. Los numerosos beneficios sobre la salud evidenciados en la literatura científica no dejan lugar a dudas, pero además en el estado actual en el que nos encontramos, la bicicleta e ir andando serían los medios de transporte ideales para mantener el distanciamiento social tan necesario para no transmitir el virus. En definitiva, si queremos vivir más y mejor, sin ruidos, contaminación o atascos, la bici o las zapatillas de deporte parecen ser la mejor solución.
Referencias:
1. Celis-Morales CA, Lyall DM, Welsh P, Anderson J, Steell L, Guo Y, Maldonado R, Mackay DF, Pell JP, Sattar N, Gill JMR. Association between active commuting and incident cardiovascular disease, cancer, and mortality: prospective cohort study. BMJ. 2017;357:j1456.
2. Munyombwe T, Lovelace R, Green M, Norman P, Walpole S, Hall M, Timmis A, Batin P, Brownlee A, Brownlee J, Oliver G, Gale CP. Association of prevalence of active transport to work and incidence of myocardial infarction: A nationwide ecological study. Eur J Prev Cardiol. 2020;27(8):822-829.
3. Patterson R, Panter J, Vamos EP, Cummins S, Millett C, Laverty AA. Associations between commute mode and cardiovascular disease, cancer, and all-cause mortality, and cancer incidence, using linked Census data over 25 years in England and Wales: a cohort study. Lancet Planet Health. 2020;4(5):e186-e194.
4. Avila-Palencia I, de Nazelle A, Cole-Hunter T, Donaire-Gonzalez D, Jerrett M, Rodriguez DA, Nieuwenhuijsen MJ. The relationship between bicycle commuting and perceived stress: a cross-sectional study. BMJ Open. 2017;7(6):e013542.