Las cifras de obesidad infantil han aumentado en las últimas décadas, afectando a más de 100 millones de niños y niñas alrededor del mundo (1). Además de los ya conocidos perjuicios que puede tener la obesidad para la salud de los niños (por ejemplo, aumentando la incidencia de resistencia a la insulina, hipercolesterolemia o hipertensión), se ha observado que la obesidad podría afectar negativamente al rendimiento académico, aunque la evidencia al respecto no parece unánime. De hecho, una revisión sistemática concluyó que aproximadamente la mitad de los estudios que han analizado dicha relación no encuentra una asociación clara entre un mayor índice de masa corporal (IMC) y un peor rendimiento académico (2).
En este sentido, es posible pensar que la forma física podría ser el factor determinante que module la influencia del peso corporal en el rendimiento académico. Por ejemplo, se ha observado que un fitness cardiorrespiratorio óptimo es capaz de atenuar los efectos negativos que tiene la obesidad sobre la salud cardiovascular, lo cuál ha sido denominado como la paradoja ‘Fat but Fit’ (del inglés, “obeso” pero en forma) (3). Además, diferentes revisiones sistemáticas y meta-análisis han mostrado que una mayor forma física se asocia a un mejor rendimiento académico (4,5). ¿Pero puede una buena forma física evitar los efectos negativos de la obesidad?
Para contestar a esta pregunta, en un reciente estudio (6) que hemos publicado en la prestigiosa revista International Journal of Obesity junto con el Dr. Óscar Martínez de Quel analizamos a 188 alumnos de un instituto (edad media de ~14 años). Se evaluó la forma física de los alumnos con diferentes tests para determinar su fuerza, fitness cardiorrespiratorio, potencia muscular, coordinación y flexibilidad, y también se determinó su IMC para categorizarles en normopeso (IMC <25 kg/m2) o sobrepeso/obesidad (>25 kg/m2). Al analizar sus notas medias de todas las asignaturas que cursaban, observamos que diferentes marcadores de forma física como el fitness cardiorrespiratorio, la potencia de tren inferior, la capacidad de sprint o la flexibilidad se asociaban de forma directa a un mejor rendimiento académico. Además, los alumnos con normopeso presentaban mejores notas que aquellos con sobrepeso u obesidad. Interesantemente, al dividir a los alumnos en cuatro sub-grupos atendiendo a su forma física y a su categoría de peso (en buena forma o en baja forma, y con normopeso o sobrepeso/obesidad), observamos que los alumnos con buena forma física y normopeso sacaban mejores notas que los alumnos en el otro extremo, es decir, con baja forma física y sobrepeso u obesidad. Sin embargo, dentro de los alumnos con sobrepeso u obesidad, los que tenían buena forma física no sacaban peores notas que los que tenían normopeso. Tener una buena forma física contrarrestó los efectos de la obesidad en el rendimiento académico.
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Estos resultados muestran por lo tanto la importancia de mantener una buena forma física para mejorar el rendimiento académico, cobrando especial relevancia en el caso de los niños con sobrepeso u obesidad. De hecho, un IMC alto se ha asociado a un peor desarrollo a nivel cortical en niños, como muestra un estudio publicado en la prestigiosa revista JAMA Pediatrics que incluyó más de 3000 niños (7). Por el contrario, otro estudio publicado por autores españoles mostró que una buena forma física se asocia con un mayor volumen de materia gris en el cerebro en niños con sobrepeso u obesidad, estando dicha adaptación relacionada con un mayor rendimiento académico (8). La implementación de estrategias dirigidas a mejorar la forma física de los niños y adolescentes debe ser por lo tanto una prioridad tanto para evitar problemas de salud como para mejorar el rendimiento cognitivo.
Referencias:
1. Bentham J, Di Cesare M, Bilano V, Bixby H, Zhou B, Stevens GA, et al. Worldwide trends in body-mass index, underweight, overweight, and obesity from 1975 to 2016: a pooled analysis of 2416 population-based measurement studies in 128·9 million children, adolescents, and adults. Lancet. 2017;390(10113):2627–42.
2. Santana CCA, Hill JO, Azevedo LB, Gunnarsdottir T, Prado WL. The association between obesity and academic performance in youth: a systematic review. Obes Rev. 2017/07/25. 2017 Oct;18(10):1191–9.
3. Ortega FB, Ruiz JR, Labayen I, Lavie CJ, Blair SN. The Fat but Fit paradox: What we know and don’t know about it. Br J Sports Med. 2018;52(3):151–3.
4. Marques A, Santos DA, Hillman CH, Sardinha LB. How does academic achievement relate to cardiorespiratory fitness, self-reported physical activity and objectively reported physical activity: A systematic review in children and adolescents aged 6-18 years. Br J Sports Med. 2018;52(16):1039.
5. Alvarez-Bueno C, Pesce C, Cavero-Redondo I, Sanchez-Lopez M, Garrido-Miguel M, Martinez-Vizcaino V. Academic achievement and physical activity: A meta-analysis. Pediatrics. 2020;140(6).
6. Martínez-Zamora M, Valenzuela P, Pinto-Escalona T, Martínez-de-Quel O. The “Fat but Fit” paradox in the academic context: relationship between physical fitness and weight status with adolescents’ academic achievement. Int J Obes. 2020;In press.
7. Laurent JS, Watts R, Adise S, Allgaier N, Chaarani B, Garavan H, et al. Associations among Body Mass Index, Cortical Thickness, and Executive Function in Children. JAMA Pediatr. 2020;174(2):170–7.
8. Esteban-Cornejo I, Cadenas-Sanchez C, Contreras-Rodriguez O, Verdejo-Roman J, Mora-Gonzalez J, Migueles JH, et al. A whole brain volumetric approach in overweight/obese children: Examining the association with different physical fitness components and academic performance. The ActiveBrains project. Neuroimage. 2017;159(July):346–54.