Invertir en gasto sanitario no revierte siempre en una mejor calidad de vida de las personas. Un ejemplo claro es Estados Unidos, una de las naciones más ricas del mundo. Con el mayor gasto sanitario, 9402 $ por persona, lo que supone el 17,1% de su producto interior bruto (1), ocupa el puesto 31 en esperanza de vida (2). Esta paradoja puede deberse en parte a que sus esfuerzos se han centrado principalmente en la investigación y desarrollo de fármacos y tratamientos en lugar de en la prevención. Por ello, patologías como el cáncer, la diabetes y la hipertensión, las enfermedades más prevalentes de la población y en gran medida prevenibles, suponen la mayor partida presupuestaria del gasto sanitario.
Con el objetivo de cuantificar el impacto que tiene el estilo de vida en la salud de la población estadounidense, un estudio publicado en la revista Circulation (3) analizó a más de 123.000 personas y les hizo un seguimiento durante 34 años de media. Los resultados mostraron que la adherencia a 5 factores relacionados con el estilo de vida (no haber fumado, tener un peso saludable, hacer actividad física de forma regular, llevar una dieta saludable y beber alcohol con moderación) podría prolongar la esperanza de vida a los 50 años en 14 años para las mujeres y 12 años para los hombres en comparación con aquellos que no adoptaron ningún factor de estilo de vida saludable. Por ejemplo, en el caso de las mujeres que siguieron los 5 factores de estilo de vida saludable, la esperanza de vida proyectada a los 50 años fue que vivirían 43 años más, es decir, hasta los 93, mientras que para las que no adoptaron ninguno fue de 29 años, hasta los 79. En el caso de los hombres con un estilo de vida saludable se estimó que a los 50 años vivirían 37 años más (hasta los 87 años), por los 25 años (hasta los 75) de aquellos que no tienen un estilo de vida saludable.
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En resumen, las políticas económicas que tengan como objetivo promover un estilo de vida saludable pueden tener un impacto importante en la esperanza y calidad de vida de las personas. El sedentarismo actualmente incrementa el riesgo de sufrir hasta 35 enfermedades crónicas, precisamente las que se llevan una mayor parte del pastel del gasto sanitario. Por ello, fomentar el movimiento, además de una dieta saludable y la reducción drástica del consumo de tabaco y alcohol (a pesar de que el artículo habla de consumo moderado de alcohol, recomendamos no consumirlo), puede ayudar a que la población viva más, esté más sana y, en última instancia, a reducir el gasto sanitario.
Referencia:
1. World Bank. World development indicators: health systems. 2012.
2. World Health Organization. Global health observatory data repository: Life expectancy data by country. Geneva, Switzerland; 2015.
3. Yanping L, An P, D. WD, Xiaoran L, Klodian D, H. FO, et al. Impact of Healthy Lifestyle Factors on Life Expectancies in the US Population. Circulation. 2018 Jul 24;138(4):345–55.