Cada vez más estudios sugieren que el ejercicio podría enlentecer el crecimiento de los tumores, al menos en modelos animales. Sin embargo, los mecanismos fisiológicos que subyacen dichos beneficios permanecen ampliamente desconocidos. Un reciente estudio arroja cierta luz en este sentido, y sugiere que las miocinas podrían jugar un papel importante.