El auge de la práctica de deporte entre la población y sobre todo el aumento de pruebas extremas hacen que los especialistas médicos se encuentren ante un reto mayúsculo; intentar minimizar el riesgo de llevar el cuerpo al límite.
La concienciación de que todas aquellas personas que comiencen a realizar actividad física deben someterse a un examen médico previo tiene como objetivo que el deportista pueda llevar a cabo una progresión de entrenamiento adecuada e individualizada según sus características físicas y fisiológicas, teniendo en cuenta siempre sus limitaciones, pero sobre todo, el principal objetivo de estas pruebas es poder predecir y evitar episodios de muerte súbita.
Por ello, los exámenes cardiovasculares con Electrocardiograma (ECG) suponen una de las principales pruebas para evaluar el estado del corazón. Últimamente su validez como prueba predictiva y eficaz se ha puesto en duda. En respuesta a ello, se ha publicado en la British Journal of Sports Medicine una revisión crítica en favor del examen cardiovascular por ECG [1] para la detección precoz de trastornos cardiovasculares y de riesgo de muerte súbita.
Ningún estudio ha demostrado que mediante la historia clínica y un examen físico se pueda detectar el riesgo cardiovascular o predecir una muerte súbita en atletas. En cambio, el ECG proporciona un ratio muy bajo de falsos positivos y mejora la detección de potenciales problemas cardiovasculares.
La evidencia de estudios recientes indica que hay grupos de población con mayor probabilidad de sufrir accidentes cardiovasculares que otros (figura 1), por lo que una detección temprana de problemas que puedan suponer algún tipo de evento cardiovascular puede reducir la morbilidad y mortalidad a través de la gestión individualizada basada en pruebas específicas de la enfermedad.
Figura 1. Riesgo anual de muerte súbita en atletas de Veneto, Italy [2] and Minnesota [3] y datos más recientes de atletas universitarios de NCAA [4] y personal militar de EEUU [5]. La diferencia en el riesgo de sufrir muerte súbita en los diferentes grupos de población se tiene que tener en cuenta para elegir apropiadas estrategias de evaluación cardiovascular.
Los autores concluyen que la evaluación a través de un ECG en unidades cardiológicas que cuenten con los recursos adecuados para la correcta interpretación del ECG sería una estrategia óptima para evaluar y determinar posibles enfermedades CV. Además, añaden que se habría de enfatizar la figura de médicos cualificados que lleven a cabo un cribado más efectivo en las poblaciones de atletas de alto riesgo a través de una completa evaluación cardiológica.
REFERENCIAS
[1] J. A. Drezner, K. G. Harmon, I. M. Asif, and J. C. Marek, “Why cardiovascular screening in young athletes can save lives: a critical review,” Br. J. Sports Med., vol. 50, no. 22, pp. 1376–1378, Nov. 2016.
[2] D. Corrado, C. Basso, A. Pavei, P. Michieli, M. Schiavon, and G. Thiene, “Trends in Sudden Cardiovascular Death in Young Competitive Athletes After Implementation of a Preparticipation Screening Program,” JAMA, vol. 296, no. 13, p. 1593, Oct. 2006.
[3] B. J. Maron, T. S. Haas, J. J. Doerer, P. D. Thompson, and J. S. Hodges, “Comparison of U.S. and Italian Experiences With Sudden Cardiac Deaths in Young Competitive Athletes and Implications for Preparticipation Screening Strategies,” Am. J. Cardiol., vol. 104, no. 2, pp. 276–280, Jul. 2009.
[4] K. G. Harmon, I. M. Asif, J. J. Maleszewski, D. S. Owens, J. M. Prutkin, J. C. Salerno, M. L. Zigman, R. Ellenbogen, A. L. Rao, M. J. Ackerman, and J. A. Drezner, “Incidence, Cause, and Comparative Frequency of Sudden Cardiac Death in National Collegiate Athletic Association AthletesCLINICAL PERSPECTIVE,” Circulation, vol. 132, no. 1, pp. 10–19, Jul. 2015.
[5] R. E. Eckart, E. A. Shry, A. P. Burke, J. A. McNear, D. A. Appel, L. M. Castillo-Rojas, L. Avedissian, L. A. Pearse, R. N. Potter, L. Tremaine, P. J. Gentlesk, L. Huffer, S. S. Reich, and W. G. Stevenson, “Sudden Death in Young Adults,” J. Am. Coll. Cardiol., vol. 58, no. 12, pp. 1254–1261, Sep. 2011.