Las contracciones uterinas propias del parto pueden provocar estrés metabólico en el feto, viéndose este estrés reflejado en los gases arteriales y venosos del cordón umbilical inmediatamente después del nacimiento. Los pequeños cambios en el pH fetal podrían afectar significativamente tanto el funcionamiento de los sistemas nervioso central y cardiovascular, lo que implicaría una menor puntuación en el test de Apgar (test de evaluación post-parto de la salud del recién nacido) y, por tanto, un mayor riesgo de complicaciones neonatales a corto y largo plazo.
Por otra parte, como muestran diferentes estudios, la realización de actividad física durante el embarazo tiene una importante influencia en la salud de la madre y el feto durante y después del parto. Hasta la fecha no se había analizado de forma objetiva la asociación entre la actividad física realizada durante el embarazo y los gases arteriales y venosos extraídos del cordón umbilical y otros parámetros maternos y fetales relacionados con el parto. Sin embargo, un estudio enmarcado dentro del Proyecto GESTAFIT perteneciente a la Universidad de Granada (Granada, España) ha tratado de dar solución a dicha cuestión (1). Para ello, analizaron el tiempo de sedentarismo y de AF a través de un acelerómetro en 94 mujeres embarazadas durante el 2º trimestre de gestación.
Los resultados mostraron varios hallazgos interesantes a tener en cuenta. Un mayor tiempo de sedentarismo se asoció con una mayor presión parcial de dióxido de carbono y un pH más ácido en arteria y vena umbilicales, sugiriendo que la inactividad durante el embarazo se podría relacionar con un aumento de la acidosis fetal durante el parto, lo que podría indicarnos una deficiente perfusión placentaria. Además, mayores niveles de actividad física se asociaron con una mejor saturación de oxígeno y menor acidez en la arteria umbilical, siendo considerado un signo positivo de bienestar fetal. Esto sería tremendamente beneficioso, ya que las contracciones uterinas durante el parto producen restricciones agudas del flujo sanguíneo desde la placenta hacia el feto, pudiendo la actividad física minimizar estos riesgos. Del mismo modo, un mayor número de pasos diario se relacionó con una menor duración de la primera etapa del parto, hallazgo de una gran relevancia clínica, ya que una duración prolongada de esta etapa del parto conlleva un mayor riesgo de intervenciones obstétricas y cesáreas. En este sentido, se observó una mayor proporción de mujeres que dieron a luz mediante cesárea entre aquellas que realizaron una menor cantidad de actividad física, independientemente de la intensidad. Sin embargo, se encontró una menor puntuación en el test de Apgar asociada a la actividad física vigorosa.
Este junio ☀️ + Ciencia x Menos
Suscríbete a Fissac+ con un 25% de descuento extra para siempre.
Hazte soci@ de Fissac y aprende con rigor científico con los audio-artículos, Fissac Academy y Fissac Magazine
Ahorra un 25%
En resumen, estos resultados sugieren que los neonatos de las mujeres físicamente activas tienen un mejor equilibrio ácido-base, lo que podría reducir el riesgo de cesárea y mejorar el bienestar fetal. Por tanto, vuelven a demostrarse los beneficios de realizar actividad física durante el embarazo en el parto.
Referencia:
- Baena‐García, L., Ocón‐Hernández, O., Acosta‐Manzano, P., Coll‐Risco, I., Borges‐Cosic, M., Romero‐Gallardo, L., … & Aparicio, V. A. (2019). Association of sedentary time and physical activity during pregnancy with maternal and neonatal birth outcomes. The GESTAFIT Project. Scandinavian Journal of Medicine & Science in Sports, 29(3), 407-414.