Las células tumorales son capaces de “competir” y proliferar en ambientes extremos, que lejos de comprometer su supervivencia, les confiere ventaja competitiva. Por otro lado, el cáncer muestra elementos comunes entre su fisiología y la del ejercicio, lo que podría ayudarnos a entender por qué elevados niveles de actividad física a lo largo de la vida reducen el riesgo de tener cáncer.